Con la llegada del verano, los horarios cambian, pero eso no significa dejar de aprender. Al contrario: es un buen momento para mantener activos los conocimientos adquiridos durante el curso. Una buena rutina de inglés en verano no tiene por qué ser aburrida o pesada; de hecho, puede integrarse fácilmente en el día a día de forma amena y efectiva.
Rutinas ligeras que funcionan
El secreto está en la regularidad, no en la duración. Reservar 15-20 minutos diarios para repasar inglés en verano puede tener un gran impacto a largo plazo. Lo ideal es hacerlo a primera hora del día, cuando la mente está fresca, o bien aprovechar momentos tranquilos por la tarde, antes de jugar o salir.
Puedes organizar un pequeño planning semanal que combine diferentes actividades:
- Lunes: vídeo corto en inglés
- Martes: juego de vocabulario
- Miércoles: lectura de un cuento
- Jueves: canciones o karaoke
- Viernes: miniproyecto o manualidad con instrucciones en inglés
Si necesitas ideas adicionales, echa un vistazo a nuestra entrada sobre actividades para repasar inglés desde casa.
Evita el agobio: aprende jugando
La clave es que los niños no lo perciban como deberes. Juegos como el memory, las flashcards o retos de palabras son ideales para practicar inglés en verano sin presión. También puedes reforzar contenidos de forma visual: usar etiquetas en los objetos de casa, hacer posters temáticos o montar un rincón del inglés con materiales atractivos.
¿Tu hijo es más tímido o le cuesta expresarse? Puedes leer cómo ayudarle en nuestro artículo sobre métodos para niños tímidos.
Integrar el inglés en la vida cotidiana
Una rutina de estudio en vacaciones no tiene por qué limitarse a fichas o libros. Puedes incluir frases en inglés mientras hacéis la compra, cocináis o vais a la piscina. También podéis establecer un “English Time” diario donde solo se hable en inglés durante 10 minutos.
Para reforzar aún más esta práctica, puedes utilizar recursos como BBC Bitesize Kids, que ofrece vídeos y actividades interactivas adaptadas a distintos niveles.
Establecer una rutina de inglés en verano ayuda a no perder el ritmo, refuerza la autonomía del niño y permite que retome las clases con mayor confianza. Lo más importante: hacerlo sin agobios y con propuestas que motiven.
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